EL VICIO DE TRAICIONAR A CHILE... ¿A CAMBIO DE QUÉ?

EL VICIO DE TRAICIONAR A CHILE... ¿A CAMBIO DE QUÉ? 

Santiago,miércoles 18 de abril de 2007 

Sr. Eduardo Frei Ruiz-Tagle
Presidente del Senado
Presente 

De nuestra consideración: 

“La supeditación de Chile a la política argentina, viene de muy lejos, desde las guerras de la Independencia, y por razones psicológicas, se ha mantenido casi inalterable hasta nuestros días en la historia de las relaciones entre ambos pueblos (...) Los incidentes fronterizos provocados por nuestros vecinos desde hace cerca de cien años, suscitan cierta cólera en el pueblo chileno cuando, como en el caso del asesinato del teniente Merino, van demasiado lejos, pero por lo general, esos incidentes producen más que nada, una impresión penosa. Nos duele tener que protestar, y las reclamaciones oficiales de nuestro gobierno, sin frases enérgicas, consisten principalmente en llamados a la unión entre pueblos hermanos. Si el incidente fronterizo es demasiado grave, algunos grupos de jóvenes manifiestan bulliciosamente durante dos o tres días y la prensa publica serenos editoriales predicando la concordia en nombre de intereses económicos comunes. Luego todo queda en calma y volvemos a mirar con simpatía por encima de los Andes. Sin introversión alguna reconocemos la superioridad de nuestros inquietos vecinos los cuales saben halagar, cuando llega el momento, la vanidad de nuestros políticos, intelectuales y otros. Así, por ejemplo, a raíz de la humillación que sufrimos por el atropello de la marina argentina en el islote Snipe, el gobierno de Buenos Aires condecoró a varias personalidades chilenas, entre ellas el Presidente del Senado. El único que en esa ocasión declinó el honor fue el almirante Hernán Cubillos Leiva. Los demás recibieron la medalla de manos del embajador y la celebraron bebiendo a la fraternidad de los pueblos”. (Salvador Reyes, “Fuego en la Frontera”, 1980, pp. 31-32) 

Como señalamos en nuestra carta dirigida a Ud. el martes 6 de marzo pasado, el Presidente Eduardo Frei Montalva y su Canciller Gabriel Valdés Subercaseaux, iniciaron un proceso de entrega de Laguna del Desierto tras la cobarde y artera invasión argentina de noviembre de 1965, ocasión en que más de 100 gendarmes abrieron fuego en forma sorpresiva contra un grupo de cuatro carabineros acompañados de dos pequeños hijos de uno de los varios colonos chilenos que habían comenzado a habitar este territorio desde 1921. El episodio es recordado por el asesinato del joven Teniente Hernán Merino Correa, alcanzado por las balas de sus verdugos. 

La Moneda emitió una elocuente y decisiva Declaración Pública condenando los hechos y demostrando que el territorio era “incuestionablemente chileno” (en palabras textuales). Nuestra Corporación publicó como inserción en “El Mercurio” esta Declaración, el 16 de mayo de 1993. Sin embargo, Frei Montalva nada hizo por recuperarlo y terminó legitimando tal acción de conquista. Valdés Subercaseaux, por su parte, nunca renunció a la Cancillería como debería haberlo hecho si, según aseguraba en la Declaración, estaba en contra de la invasión y de la presencia argentina en el territorio. Por el contrario, prefirió mantenerse en el ministerio, participando de este acto de traición a nuestra soberanía. Para peor, continuaron apoyándose internacionalmente las pretensiones del vecino sobre las islas británicas Falkland, presa de la lealtad a no sabemos qué clase de compromisos entre Santiago y Buenos Aires, probablemente vinculados a beneficios íntimos. 

Durante su pésima presidencia, Patricio Aylwin Azócar aceptó conversar soluciones políticas para temas limítrofes, con los argentinos aún metidos en Laguna del Desierto y basándose en propuestas platenses (Línea Poligonal) trazadas sobre cartografía adulterada argentina, donde se falsea la posición del monte Stokes y la distancia a los fiordos del Pacífico, por ejemplo. El Presidente Carlos S. Menem realizó una consulta ciudadana sobre este tema. En Chile, en cambio, se procuró mantenerlo a espaldas de la opinión pública, con la complicidad de la prensa y, en algunos casos, hasta interviniendo con presiones sobre medios. Sabemos que los organismos ministeriales se resistían a proporcionar cualquier información al respecto y los departamentos de prensa de La Moneda y el Congreso alegaban desconocer todo lo relacionado con el asunto. 

¿Cómo pudo un Presidente de la República trabajar con un mapa proporcionado por una de las partes, más encima falsificado y que, para colmo, esto no haya sido advertido por la Dirección de Fronteras y Límites? ¿Acaso no nos dice eso que se trata de una operación planificada para ceder territorio? ¿Cómo pudo destinarse un proceso con la importancia del de Laguna del Desierto a un tribunal no calificado, en lugar de una instancia como La Haya, a la que, según Aylwin, no se recurrió por “razones económicas” mientras ese mismo presidente pagaba sobresueldos a sus ministros (¿asociación ilícita?) también según su propia confesión? 

En 1994, Frei Ruiz-Tagle acató con su Canciller José Miguel Insulza un fallo totalmente adverso, sin haberlo leído, según su propia declaración y como se deduce también del escaso margen de tiempo entre su comunicación vía fax a Santiago y la aceptación del mismo por parte del Gobierno. Aunque existían instancias para revertirlo, no se recurrió a ellas y se descartaron. El Ejecutivo tampoco instruyó a sus parlamentarios para que votaran a favor de los intereses nacionales en Campo de Hielo Patagónico Sur. Por el contrario, en el Senado y la Cámara todos los concertacionistas votaron en bloque a favor de la Argentina, con colaboración de importantes parlamentarios de la “oposición”. Por si esto fuera poco, se permitió que la masonería argentina hiciera un imprudente y poco discreto lobby de presión sobre sus hermanos entre los legisladores chilenos, para que votaran a favor del Acuerdo Parlamentario de 1998, tal como nuestra Corporación lo denunció en todas sus letras en una carta pública del 18 de mayo de 1999, publicada en el diario “Las Últimas Noticias”. 

Dado el curso que tomaron los acontecimientos en 30 años, entonces puede decirse con justicia que Eduardo Frei Montalva es iniciador de un proceso cerrado por Ud., Eduardo Frei Ruiz-Tagle, de modo que la responsabilidad por la nefasta entrega de Laguna del Desierto y, eventualmente, Campo de Hielo Patagónico Sur, quedó “en familia”, ya que lo iniciado por el padre, lo consumó el hijo. 

La conclusión visible de estas políticas serviles, entreguistas y pusilánimes es que siempre se esté litigando sobre territorio chileno... ¿Y qué gobierno revertirá la situación? Ud. aseguró haber cerrado en 1999, todos los conflictos limítrofes con el Perú, tras regalarles la administración un muelle con aduana y bodegas en Arica. Ahora, cuando ese mismo país pretende hacer variar el límite marítimo con Chile, Ud. ha caído en un completo silencio somnoliento, tal como actuaba con relación a Laguna del Desierto y Campo de Hielo Patagónico Sur, a pesar de haber sido una pieza clave en ambos litigios para la defensa del interés nacional, siguiendo la misma senda de Frei Montalva, Valdés Subercaseaux, Aylwin Azócar, SIlva Cimma e Insulza Salinas, entre otros. 

Resulta incomprensible que la mayoría de Uds., la privilegiada casta de los políticos chilenos, realicen sin remordimiento alguno un acto de traición detrás de otro. ¿Qué es lo que reciben por tales actitudes? ¿Qué recompensa reporta el delito sistemático de la alta traición a la soberanía nacional? ¿Qué clase de carencia pueden tener Uds. y que no cubran las formidables dietas que debe pagarle el sistema público de este mismo país al que muchas “autoridades” parecen tenerle alergia y al que están dejando cada vez más pequeño y estrecho? Abultados sueldos que, por cierto, nosotros los ciudadanos les pagamos para que defiendan los intereses nacionales, no los foráneos. Mientras tanto, nos cortan el gas desde Argentina, nos exigen “salida la mar” desde Bolivia y Perú amenaza con poner sus garras sobre el mar chileno de Arica. Esto, porque los enemigos de Chile y los grandes traidores refrendados por nuestra historia, siempre han estado confabulados desde el interior de La Moneda y el Congreso Nacional. 

El estado al que nos han conducido es el de “tirar y abrazarse” con Chile en materias limítrofes. No importan los tratados vigentes, ni el derecho; ni siquiera la racionalidad de las pretensiones: cualquiera pide lo que sea y, en vez de respuestas enérgicas, La Moneda y la Cancillería vuelven rumiar los consabidos discursillos de hermandad, los llamados a la amistad vecinal y la apolillada friega de las inversiones chilenas en uno u otro país, como si fuera responsabilidad de los chilenos en general garantizar la estabilidad y las utilidades de unos pocos, con el territorio que nos pertenece a TODOS; no sólo a los 16 millones de hoy, sino también a los de ayer y los de mañana... NO A UDS. Y quien regala lo que no le pertenece está cometiendo, por lo tanto, un robo. 

Concluimos recordando que todo chileno tiene en su corazón dos madres: La que da el ser y la Patria. Uno ama a su madre, la respeta y la protege. Es una obligación sagrada. Por eso, la actitud del entreguismo es incomprensible y sólo hace meditar sobre lo que el entreguismo recibe a cambio. 

Finalmente, si Ud. o alguien más se siente injuriado por el tenor de esta carta (y ya que ni Ud. ni nadie se ha atrevido a debatir públicamente con nosotros, luego de la invitación que hiciéramos en nuestra misiva anterior), recordamos que tienen la posibilidad de recurrir tranquilamente a los tribunales de justicia y permitirnos demostrar así el fundamento de todas nuestras denuncias, que de todos modos serán comprobadas y demostradas ante la historia. 

Atentamente a Ud. y sin otro particular, 

CORPORACIÓN DE DEFENSA DE LA SOBERANÍA 

Jorge Figueroa Cruz (Presidente)
Ramón Arrau Merino (Vicepresidente)
Benjamín González Carrera (Director General)
Carolina Ruiz-Tagle Undurraga (Directora Adjunta)
María Cecilia Sánchez Echaurren (Coordinadora)
María José Irarrázaval Echenique (Coordinadora)
Cristian Salazar Naudón (Secretario General)
Constanza Paulsen Hübner (Secretaria de Comunicaciones) 

c.c.: A todos los Senadores y Diputados de la República - A todos los medios de prensa nacionales - A todos los institutos y centros de investigación y conmemoración histórica - A todos los organismos pertinentes.


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