CHILE... O ALGO QUE SE LE PARECE

CHILE... O ALGO QUE SE LE PARECE
Artículo de "El Mercurio" del viernes 8 de diciembre 2000, sección "Proyecciones", página portada (A1)

En la Cancillería revisan cada mapa o texto sobre fronteras que se pretende difundir en el país. Pero no todo les llega: hay errores que se detectan cuando ya están circulando.

(TEXTO FOTO) COMPONEDORES DE MAPAS: La ley chilena establece que nadie tiene derecho a internar en el país un mapa donde aparezca Chile mientras no haya sido revisado y aprobado o enmendado por la Dirección de Fronteras y Límites de la Cancillería. Las empresas importadoras conocen la norma, pero para muchos particulares constituye una sorpresa desagradable. La medida apunta a evitar que los errores geográficos se difundan y eventualmente puedan ser usados en perjuicio de los intereses nacionales. En la fotografía, la cartógrafa Marta Mateluna corrige un mapa.

En julio de este año, quienes instalaron en sus computadoras la enciclopedia digitalizada que circulaba con una revista de actualidad pudieron oír -en la grata voz de una española- que Punta Arenas se ubicaba en... Argentina.

Todos los mapas y textos que consignan datos sobre las fronteras chilenas (y sólo sobre ellas) deberían pasar por la aprobación de la Cancillería antes de su circulación. Pero se suponía que el CD ROM en cuestión tenía sólo contenidos científicos (Punta Arenas aparecía mencionada como punto de partida para expediciones a la Antártida), por lo que la editorial periodística no lo envió a revisión antes de venderlo.

La Cancillería recibió una carta del Senador Sergio Fernández, luego otra, de la Corporación de Defensa de la Soberanía, cuya denuncia fue mucho más publicitada.

"Tuvimos que llamar a la revista, pedir una muestra, revisarla y corregirla", explica la cartógrafa Marta Mateluna, una de las encargada de este trabajo en la Dirección de Fronteras y Límites (Difrol) del ministerio.

Si bien muchos errores se detectaban antes de que los productos salgan al mercado, a veces ocurre que instituciones o ciudadanos comunes son los que descubren el problema, cuando ya está a alcance del público.

Pasó en 1994, con un globo terráqueo inflable, regalado por una publicación destinada a escolares. Allí también Punta Arenas aparecía al otro lado de la frontera. La Prensa Austral tituló con sorna: "Según Globo Terráqueo, Ahora Somos Argentinos".

La empresa tuvo que retirar todos los ejemplares que estaban a la venta y corregirlos. Les salió más barato cubrir, caso a caso, el punto que señalaba a Punta Arenas. Literalmente, la borraron del mapa.

Ocurre incluso con editoriales prestigiosas. En 1999 el CD ROM de una conocida enciclopedia mostraba las islas Picton, Nueva y Lennox mitad del color aplicado a Chile y mitad del color adoptado para Argentina en el mapa de la zona austral.

En el caso de la Antártida, la normativa chilena exige que la cartografía muestre el sector que el país reclama como propio, y la toponimia (los nombres de lugares) nacional y no la que aplican otros países.

Hace dos meses, también por denuncia de un particular, el ministerio supo de un mapa de la Antártida donde la toponimia estaba en inglés. Se le envió una carta al editor para que retirara los ejemplares, lo que, según el Difrol, fue constatado en terreno.

Los reclamos no vienen sólo de Chile. En agosto de 1997, un aviso turístico publicado en la revista de una línea aérea mostraba toda Tierra del Fuego como chilena. Se trataba sólo de una silueta, sin pretensiones de precisión cartográfica. Pero la prensa trasandina fue durísima, calificando la situación como un "nuevo intento chileno" por quitarle territorio a Argentina.

Eso se pudo arreglar, porque la revista se editaba en Chile. Cuando la publicación se efectúa y distribuye en todo el país, la Difrol puede enviar una carta y sugerir una enmienda, pero no obligar al responsable a realizarla.

Es lo que ocurrió con un mapa editado en Uruguay, y por el cual reclamaron los chilenos avecindados allá. En él aparecía delimitada la pretensión argentina sobre la Antártida, y no la chilena.

En todo caso, dice la funcionaria de Difrol, "las empresas argentinas, al momento de venir al mercado chileno, se atienen muy bien a la ley y publican en sus mapas las reclamaciones y la toponimia chilena".

Esto, incluso si el mapa está destinado a un fin tan distante del tema limítrofe como el mostrar la flora y fauna de una zona. La norma que obliga a "visar" la cartografía que circula en Chile pretende evitar que algún error se difunda y, finalmente, pueda ser usado en perjuicio de nuestro país.
Guardianes de los límites

La Difrol atiende y responde las denuncias que llegan. Un "cliente frecuente" es la Corporación de Defensa de la Soberanía, que encabeza Jorge Figueroa Cruz. La entidad se ha arrogado la misión de revisar lo que se publique, "para detectar a tiempo aquello que pueda significar un daño para la nación".

El publicista afirma que su labor de vigilancia es fundamental, ya que "el chileno en estas materias es sumamente ignorante y, además, Chile no tiene identidad nacional". Por eso, añade, "la gente cree que lo que está a 2 mil kilómetros de Santiago no importa".

A su juicio, eso explicaría que errores graves respecto de Punta Arenas, la Patagonia o la Antártida sólo provoquen escándalo en las regiones extremas, mientras en la capital se asuman casi con indiferencia.

Cristian Salazar, diseñador y secretario general de la Corporación, explica que este año ha sido "especialmente intenso debido a la cantidad de errores detectados". Incluyen en la lista las opiniones editoriales de algunos medios; publicaciones que, a juicio de la entidad, son "entreguistas" (incitan a entregar territorios a países vecinos), y problemas cartográficos propiamente tales.

Entre éstos, denuncian que el mapa en el informe del tiempo de un canal de televisión abierta muestra la zona de Campo de Hielo como perteneciente enteramente a Argentina. Reconocen que, para darse cuenta, es necesario detener la imagen (y, por lo tanto, grabar la secuencia), pero Salazar asegura que "hay gente que lo hace. De hecho, ese reclamo lo recibimos de varios de nuestros adherentes".

Una situación similar se produciría con el mapa del cono sur que muestra el canal del tiempo en la televisión por cable.

A esto agregan un mapa aparecido en la revista National Geographic, donde también se muestra a Campo de Hielo completamente dentro de territorio argentino. (*)

Tantos errores, dice Salazar, "no pueden ser sólo coincidencia", sino que es posible que formen parte de un "plan concertado para perjudicar a Chile". Por eso, cada vez que los detectan, los denuncian no sólo a la Cancillería, sino que también les envían cartas a cada uno de los congresistas en Valparaíso y a la Presidencia.

Más Trabajo

Con las denuncias de la Corporación y de otros particulares, más todo el material impreso que llega de los importadores o que retiene la Aduana, la Difrol ya tiene bastante material para revisar. A esto se le agregan los productos CD ROM, que no existían cuando se dictó la norma (en 1967), pero que de todos modos se incluyen en la revisión.

Cuando se trata del master (el original) de un CD, es posible pedir la corrección. Pero en el caso del material que importan particulares para su uso personal, no hay modo de cambiar los errores.

Esto ocurre también con revistas y libros que las personas ingresan. "La Aduana los retiene y los envía para acá. Los revisamos y los devolvemos con un memorandum que muestre la frontera y estampamos un aviso que dice: 'prohibida la venta y circulación'.", explica Marta Mateluna.

Reconoce que muchos se molestan cuando su compra es retenida, y más aún, cuando les llega corregida. Los problemas se suscitan principalmente con particulares, dice. Como quienes llegan a Chile con globos terráqueos de regalo y se encuentran con que deben dejarlos en la Aduana y después se los devuelven con papelitos pegados que indican los errores.

Los grandes importadores, en cambio, conocen el procedimiento y suelen ingresar primero una muestra, para saber cuánto les costarán las correcciones. Habitualmente se hacen a mano en Chile, porque sale más barato que pedir a la casa matriz que imprima de nuevo los ejemplares.

Pese a todo este control, en la Difrol están conscientes de que existe un ámbito que se les escapa de las manos: los contenidos de Internet. Cualquiera puede bajar de la red un mapa falseado, imprimirlo y hacerlo circular como real. Y frente a este riesgo no hay precaución que valga, por lo menos hasta ahora.

*NOTA: en realidad, el mapa de la N.G.M. validaba la famosa "línea poligonal" propuesta por Argentina, y que ni siquiera había sido aprobada en los respectivos países. Esto demuestra que fue, claramente, una influencia argentina la responsable de la aparición de una frontera fantástica en la zona, que ni siquiera corresponde a la verdadera pretensión trasandina.


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